lunes, 24 de marzo de 2008

A RomeoAle


Romeo, Romeo,
donde estás que la dura, no te veo!

Oh!
te haz marchado de mis verdes jardines,
dejándome desorientada y fría en un bosque hostil,
no por tu voluntad,
si fuera por ella se bien que aún
disfrutaría de tu acogedor y sincero abrazo.

Es el sistema que te obliga día tras día
a cumplir e interrumpir tu descanso,
y te aleja de tu alma al no obedecerla,
y de la mía por caminar donde yo no estoy,
y como si fuera pequeña nuestra desgracia,
se agrega el hecho de un error castigado con creces,
que hoy nos impide vivir el ocaso y nacimiento del día juntos.

Con profunda y maldita resignación,
debo confesar que no me queda más remedio
que comportarme paciente,
y esperar vuestro regreso siempre alegre a mi habitación.

¡Oh! que infortunado el día en que nuestra suerte cambió,
sin aviso pero con tanta prisa,
y se manchó nuestro amor a ojos de mi familia,
como si importara lo que ellos creen de lo que no saben
¡y no lo que de nosotros florece!

Desde ese día vagamos desdichados por caminos diferentes
pero siempre paralelos, esperando misericordia,
no perdiendo la fe en que la pena que me aflige
no siga siendo ignorada en este lugar sin puerta para ti.

Podrá la gente enfermar de tristeza?
o padecer algún mal ineludiblemente notorio?
si existe, pues lo espero,
para que los que no creen crean,
para que los ciegos vean,
para que los sordos escuchen mi llanto
que oculto celosamente,
pero que si me veis con detención
no hay cristiano que pueda creerme sana.

Y es que padezco de melancolía de usted,

aunque desee pensar en otro asunto cualquiera,
tu recuerdo es brisa presente como el calor del sol en verano.

La vida nos juntó y fue lo definitivo,
ni Dios y su muerte podrán venir a separarnos ya.
¿Qué irreversible mal podría entonces
hacer un nefasto humano entre nosotros?
Podrán evitar nuestros encuentros y acciones,
mas nadie ni siquiera uno,
puede restringir lo que no se ve,
y te recuerdo amado mío,
que todos mis sentires y pensares están contigo,
mi corazón es libre de amarte y me consuela.

Hoy mas que ayer debemos recoger fuerzas de la tierra,
que ella nos da su ejemplo de resistencia y amor,
al padecer los males mas grandes
y aun así jamás ha dejado de girar y entregar vida.

Por lo pronto en mi corazón guardo el anhelo
atenta al momento de poder encontrarme
en tu compañía nuevamente.
Con el contexto de lo indebido,
con la felicidad de lo más amado.



JulietaNoe.







lunes, 17 de marzo de 2008

Declaración Lúcida de Juventud (Texto para releer en diez años más)

Hace unos días conversando con Pau,
las dos aburridísimas de nuestras mamás,
después de pelarlas harto, llegamos a algo más cuerdo;
Parece que a uno se le olvida a medida que va creciendo lo que vivió,
uno ya no recuerda muy bien lo que hacía ni lo que sentía cuando era niño,
así como los papás pareciera que olvidaron como eran de jóvenes,
y no me refiero a que salían y bebían,
sino al espíritu que tenían por esos años.

Como que cuanto más vive uno,
más se preocupa de las cosas,
hasta llegar a un punto que se pre-ocupan más de la cuenta,
planean demasiado,
olvidando que es la suerte quien nos guía casi siempre,
el destino o como quieran llamarle,
cuando jóvenes casi todas las cosas suceden por azar
y se reciben bien,
se sabe que queda mucho por delante.
Pareciera que ser "grande" implica evitar las sorpresas,
todo lo quieren controlar y evitar,
olvidando las alegrías intantáneas,
o el poder sentir una cosa a la vez,
osea, ustedes los adultos rara vez
disfrutan de un momento a concho,
siempre están pensando en otra cosa,
si hacen una comida e invitan a mil gente,
están pensando en que tienen ke lavar todos esos platos
y hacer aseo profundo mañana y la hueá,
¡y ni comen!,
siempre abrumados por otras cosas "más importantes",
cuando se sabe que la vida no es más que momentos,
una acumulación atesorable de ellos...
Cuando se es joven uno los busca,
arma instantes para recordar,
y los tiene,
por eso a los viejos unos los escusha hablar
de sus andanzas cuando eran cabros,
nunca de la adultez,
¿se han fijado?...

Los adultos se vuelven expertos en preguntas retóricas,
en conversaciones banales,
en relaciones protocolares,
en juzgar apariencias,
en aclaraciones innecesarias.

No quiero ser como mi mamá ha sido conmigo en su trato,
no quiero olvidar lo que escribí en la línea anterior.
no quiero olvidar lo que me hace sentir la música,
el llegar a sentir escalofríos con ella,
con un buen concierto,
una conversación interesante,
un abrazo, un beso,
un tiempo vacío,
un día de nubes con formas ahí mirando el cielo hasta aburrirme,
la alegría de un feriado,
no quiero dejar de usar zapatillas ni los fonos gigantes,
amanecerme carreteando sin importar morir,
llorar, gritar o reír no pensando en que dirá el de al lado.
La emoción de encontrarte con gente,
de conocer gente,
de tener amigos que te apañan pa' todo,
no sólo vecinos o conocidos.
De querer aprender cosas, ver cosas, escuchar más, todo lo posible,
de caminar o viajar horas sin importar el cansancio, sino el destino,
de hacer el amor como si fuera el último día de tu vida,
de buscar los límites, sobrepasarlos, quizás caerse y aprender después,
de querer escribir aunque sean las tres de la mañana y con la mitad del cuerpo ya dormido.

Yo creo que cuando se pierda el espíritu jóven,
se pierde lo escencial de uno mismo,
y nos convertimos en plantas.








jueves, 13 de marzo de 2008

Mala volá

Quiero compartir algo;
una situación
que después de mi atropello,
creo que es lo más fuerte que he vivido:

Era un fin de semana cualquiera,
y Ale , mi pololo, tenía que tocar en una disco en Quinta Normal,
lo acompañé y allá llegaron dos amigos de él,
que se quedaron toda la noche con nosotros;
un guatón y la mina,
fuimos a comprar cigarros,
nos fumamos unos pa' la risa y entramos.

Al rato el Ale estaba tocando en el escenario,
y nosotros tres estábamos por ahí cerca bebiendo,
yo estaba en un estado volátil bastante divertido;
Las luces me parecían más importantes que todo lo demás,
y no me calzaba el movimiento de las personas con la música,
todo estaba desfasado,
en mi mundo aparte estaba todo bien,
hasta que de repente,
en la orilla del escenario veo a un loco con la mitad del cuerpo acostado
sobre el escenario boca arriba, la espalda curva y los pies colgando...
No me llamó más de un par de segundos la atención,
hasta que el guatón este,
amiguito del Ale me dice;

- Oye mira, el loquito está muerto, fíjate, no respira.

Yo no lo pescaba,
me interrumpía mis fantasías,
pero fue insistente,
a la tercera o cuarta vez que me lo dijo,
le presté atención y lo miré...

Efectivamente,
ví que el loco en cuestión no respiraba,
no se le abrían sus costillas,
el estómago no se inflaba ni relajaba,
y entré en pánico,
y la volá me atrapó,
sentí cosas que nunca antes;
Me paralicé,
sudaba frío,
el corazón con taquicardia,
me empecé a sentir mal,
tenía ganas de vomitar o de salir corriendo,
aún no sé bien que era,
además del conflicto interno que se pueden imaginar,
una parte de mi se volvió lúcida
y se preguntaba si era cierto lo que estaba pasando,
me costó mucho darme cuenta que sí.

Me incorporé para responderle al guatón este que si,
que tenía razón, que el loco no respiraba,
que qué íbamos a hacer...
Recibí como respuesta una risa despreocupada diciendo ¡nada!
que qué me importaba a mi,
si el loco no era mi amigo,
y ahí ya el asunto fué peor,
por que me indigné,
no le hablé más.
Estaba sola en el mundo preocupada por este cabro moribundo,
el Ale desde el escenario no entendía nada.

Comencé a sentir que era mi misión,
que tenía que hacer algo,
pero me daba pánico comprobar que estaba muerto,
miré al suelo y lo primero que vi fue un par de latas de cervezas,
las tomé y se las tiré lo más fuerte que pude,
en un acto completamente desesperado...
Y el personaje ni se inmutó,
ahí mi estado ya era un colapso nervioso máximo,
le pedí al Ale que lo pateara, lo pateó y nada.
Perdí la noción del tiempo,
y no sé en realidá cuanto tiempo estuve así
en una incertidumbre que me mataba,
más extraño y lúgubre se puso el asunto,
cuando comencé a sentir empatía,
empecé a creer que yo era él
y que nadie se había dado cuenta que me había muerto,
que estaba sola y me estaba congelando,
empecé a sentir frío cosa que no era extraña
con todo lo que había sudado.

El Ale se bajó al fin del escenario y apenas yo me hacía entender,
entre el tremendo nudo que tenía en la garganta
y mi estado de shock máximo.

De repente un grupo de unos cinco se acercan al sujeto,
le empiezan a hablar y nada,
uno de ellos lo agarró de los hombros, lo sentó y lo soltó,
y el tipo se fue como saco de papas hacia atrás,
noté en la cara del grupo una aflicción que me decía que era verdad,
que se estaban dando cuenta,
y que ese minuto y los siguientes no serían iguales,
mi mente se adelantaba a todo, demasiado de prisa,
imaginaba la ambulancia afuera,
mientras veía que le daban cachetadas cada vez más fuertes
y en la última que le dieron...
Despertó,
se refregó los ojos,
se paró
y se fué.

¿Y yo?
catarsis,
exploté en llanto,
me alegraba de que no era cierto,
pero la alegría no llegaba a la piel.
Lo peor vino cuando el guatón ese me dijo;

- Flaca, era una broma no má.

Imbécil.
el siempre lo vió respirando, y claro
yo era carnada fácil de caer a cualquier broma.

Las sensaciones no me dejaron al ver que el niño este,
que jamás supo todo lo que sufrí por él,
estaba bien,
que no había de que peocuparse,
la angustia y el fin
se quedaron conmigo,
y no unos minutos,
ni unas horas,
la sensación de muerte me acompañó por días,
como cuando tienes una pesadilla,
y la sientes real durante el día
y los días siguientes sueñas cosas similares
o con los mismos tonos,
no sé.

Que saqué de todo esto;
Hay gente poco considerada, poco humana, poco divertida.
No hay que volarse con gente desconocida, uno no sabe cual es su humor.
Soy más sensible de lo que creía y de lo que quiero ser,
y por último me di cuenta que le tengo mucho miedo a la muerte, mucho.






P.d.: En la posición en que estaba el sujeto durmiendo,
la verdad es que es mínimo el movimiento respiratorio,
súmale las luces de una disco y mi estado delasflores,
¡ah! y un ¡imbécil!