viernes, 2 de marzo de 2012

Pasaje


Con un prisma cubriendo el corazón -por defecto- hasta una nube mueve la muñeca que lleva el timón. Pero, hay que ver; hay barco y hay norte. Un norte verde y lluvioso que esconde tras la cortina del tiempo un cúmulo de vientos que silban de a una nuevas canciones. Y los vientos donde sea no son para nadie y todo lo contrario, así que se surfean o arrancan lágrimas. Y los nervios donde sea son paranoides que se comen la piel pensando en si habrá calor mañana ¿Cuánto calor? El necesario. Lo innecesario es el único pecado, dijeron. Y yo creo. Creo porque no hay otra manera de amarrarse con una sonrisa al latido incansable del cuerpo. Creo en la Naturaleza que me dice que todo en ella es una metáfora a escala sobre el pobre humano y viceversa. Creo en la luz que me visita cuando cierro los ojos. No creo en mí. Creo en la Voluntad. Porque con un prisma cubriendo el corazón - por defecto- hasta una nube movería la muñeca que lleva el timón.

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