domingo, 19 de agosto de 2012

Pieza Blanca


Cuando desperté, vi pasar toda la vida que había olvidado delante de mis ojos. Pasaron en rápida secuencia todos aquellos momentos que eran el colmo y la peste. La aberración de la vida misma. Luego de cuatro horas terminaron las imágenes. Entendí el momento con una carcajada que al segundo me rajó la cara en llanto, como quien ha vaticinado tantas veces bromeando lo que de pronto es la más puta verdad cayendo como un mazo sobre las rodillas y te caes a tragar barro. Recogí mis extremidades de plasticina. Las junté en el centro y las metí junto con todo lo demás en mi cabeza. Ya no había nada que ocultarme. Al fin morí, pensé. Y me acerqué a la luz. Eran dos luces, como dos túneles. Pensé que era de lo más obvio. Era mi muerte. Al llegar a la luz, pude verme manejando el tren y también atropellada unos metros más allá. Estaba mirando desde atrás de mis ojos. Quise ser la que estaba en el camino -aunque lo era- descansando, sin piernas para poder ir a ningún lugar más que al cielo. Al cielo con nubes que llueven y que luego solean y lunean las rocas luminosas. Quise despertar de nuevo. No lo logré. Estaba más despierta que jamás antes. Así que corrí de vuelta hacia lo oscuro y vi todos mis pequeños desastres bostezando y estirándose, ocupando más y más espacio, destiñéndose a blanco y negro, saturando sombras y estaba ahí todo mi temor flotando en medio, el gran cerebro y la pequeña neurona cruzando la cortina de mi pieza, atrás las paredes que mentían -yo lo sabía- y colgaban de ellas mis honores de mierda, las copas de costras, el abandono y el abandono, pobres hombres, toda la droga y las maracas que se fueron, la calle ancha y los caminos que daban a acantilados, penes y tatuajes como llagas, la sonrisa de mi madre matando a mi padre, mi perra muerta, mi hija muerta y la vergüenza, la más pura y total vergüenza, incluso teniendo solo el deseo de mirar el cielo y poco más... Yo hice poesía y me la viví. Tuve incluso felicidad. Lo tuve todo. Un paraíso y un Adán... Pero Eva venía del infierno... Puse en marcha el tren, pasé por encima de mi cadáver y me dirigí a Pieza Blanca.

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