lunes, 1 de agosto de 2011

Bajo el Sótano (Testimonio de una ex-loca)

Mi locura era muy seria... Y todos se divertían con ella. Así de lejos estaba yo o estaban los demás. Hubo quienes, incluso, se enamoraron de mi locura; le escribían, le cantaban, la soñaban. Solo algunos amigos temían por mí, porque la habían visto antes y no era un coro de ángeles. Yo estaba francamente aterrada y nada detenía mi enloquecimiento porque la proporción entre locura y miedo era tan intensa como abismante. El problema no era mi locura en sí -según yo- sino que mi locura se sentía angustiosamente sola y muy lejos de lo vivido, lo sentido y lo creído por los que amaba. Y eso que amaba a un par de locos, pero ellos tampoco entendían. Mi locura estuvo a punto de convertirse en yo. Cada día pasaba menos tiempo en la realidad. Lo sentido quería ser pensado, lo pensado quería ser sentido y entremedio un sin fin de preguntas sin sentido apuntaban a intentar comprender como es que todo en mi vida era tan negro, profundo o superfluo: negro.

Una noche, la peor, sentí la presencia de brujas o algo por el estilo. Me explicaban que era mi esencia la negra y que mi hija muerta era muestra de ello. Entonces, infinitamente triste y podrida, estuve a punto de entregarme al sonido sordo, a las imágenes inconexas que tienen sentido en otro sitio dentro de mi cabeza, en ese lugar que conocía solo por minutos, suficientes para perturbar hasta las vísceras. Ahí, a punto de abandonarme definitivamente a la fantasía, la imagen de un hombre se interpuso entre el aquelarre y yo.

¿Quién es ese?- Preguntaron mis brujas
Nadie, un compañero... amigo quizás - Respondí
¿Y lo estás extrañando? 
¿Creo que sí?

Era el hombre más enloquecido y de algún modo parecido a mí que había conocido. En el último tiempo se había transformado en la persona con quien más compartía a diario. Reparé entonces en que mi locura cuando estaba con él desaparecía, porque ya no se sentía sola, se entendía y se transformaba en algo nuevo y nuestro. Sin saber él nada de mis delirios - fehacientemente al menos - al día siguiente me besó por primera vez. Una semana después acordamos casarnos... Dirán que ahora sí que me volví loca, pero no. Creo que estoy rehabilitada o parecido... Sigo teniendo alucinaciones: cuando me abraza veo paisajes de montañas, aguas celestes, peces tropicales, selvas de bambú... Supongo que esto es como ser alcohólico, siempre se es, el punto está en llevarlo de la mejor manera. Nunca me sentí más sana mentalmente que ahora, aunque no ha sido fácil. Son años de vicios mentales, pero nada que el amor de tu vida no pueda curar. No existe el hombre perfecto; sí el hombre perfecto para mí, para ti. Sueñen la compañía que necesitan dar y recibir. Suéñenlo(a) siendo ustedes mismas(os), por muy solas(os) que se lleguen a sentir, no se pierdan en querer ser o tener un prototipo. No se mientan. La felicidad es intimidad y comodidad, juntas y revueltas. Suele estar muy dentro, después de la habitación más oscura, justo bajo el sótano, en los cimientos.