lunes, 19 de septiembre de 2011

Pequeña mamá


Anoche soñé que mi gata se convertía en un puddle o algo así. Le salía pelo blanco en la cara, las orejas, el lomo. Se quejaba. El sueño se parecía mucho al de otra vez. De esa vez. La que yo tenía un piojo enorme o al de la rata que colgaba de mi taza. Debe ser que quedó embarazada. Casi seguro.

¿Qué se hace con los gatitos? Regalarlos. Ay. Nadie quiere gatitos. No porque la gente no quiera recibir; lo que no quieren es dar. Y peor si llegan a ser gatitas. La "mía" se la robé a la podrida de mi vecina que no cuidaba ni a su hija. Ahora medio tete, pero filo. He estado en esa y en peores. El problema en realidad es la ecuación que viene; un perro y una gata en la misma casa podía ser trágico, pero no lo fue. Ahora, un perro y cuatro, cinco, seis gatos.. Debo aclarar sí que mi perro equivale a un peluche hiperkinético, ni más ni menos. Pero instinto es instinto, dicen.

Era el primer celo de la Fiona (por Fiona Apple, la cantante. Shreck nada que ver aquí) y no entendía nada cuando le venía la calentura. Daba risa y pena. Vinieron gatos peludos, colorines, plomos, chicos, de todo un poco hubo entre los cachondos de la cuadra. Pero no sé si se la pescaron bien. Les tiré agua, piedras, les saqué la madre también porque venir a las cuatro de la mañana... Hasta la obligué a dormir conmigo, la espié, la seguí, la salvé dos veces incluso en que la tenían ya lista, del cuello y al suelo.

La Fiona va a ser mamá -lo más probable- y es TAN pequeña. Es como un embarazo de colegiala... Y lo sé justo hoy que mi abuela me entregó un chocolate que dice "Feliz día mamá". Me dijo que lo había comprado antes y lo guardó, que me lo daba igual porque qué iba a hacer ella con él. Yo se lo iba a dar la Fiona, pero no come chocolate, así que me lo comí no más. Aunque, ni feliz, ni mamá.

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