domingo, 24 de enero de 2010

Bonita


Mientras meaba parada achuntándole al desagüe, pensaba lo mismo de todos los días. Que cómodo que sería haber nacido hombre. Porque ese lujo sólo podía dárselo en la ducha y casi como placer culpable. Si fuera hombre tampoco tendría que depilarse las axilas. Se las miraba, ya le empezaban a pinchar un poco. En las piernas el vello le crecía poco y rubio, así que eso al menos no era problema. Llenaba con jabón de glicerina la esponja y se la frotaba en círculos con fuerza como si por fricción fuera a desaparacer la grasa bien merecida pero no alarmante que le sobraba en el abdomen y bajo las caderas. Al menos soltaba un poco el enojo consigo misma que le inundaba por dentro mientras el agua por fuera. La madurez, cada quien sabrá, pero lo cierto es que los años no pasan en vano por las células y el metabolismo no era el mismo. Cada grasita que disfrutaba comer parecía que era almacenada desde ya para cuando no tuviera muelas para comerlas. Sin embargo las piernas y los brazos eran firmes. Llevar adelante una casa es trabajo arduo, digan lo que digan. Era cosa de verla trapeando ese corredizo que con tanto esfuerzo logró tener y que terminó odiando.O por las noches las dos horas clavadas cargando a la maña con patas que tenía por nieto. Nadie dudaría que esas extremidades no tenían nada que envidiarle a un deportista de los capos. Pero ella no corre, y no lo haría ni aunque la persiguiera una estampida. Menos mal que no suelen haber en la ciudad. Y la razón era; sus pechos. El gran tamaño que en una época le favoreció tanto entre los varones, hoy no hacían más que incomodarle. Ya no lucían apretables, más bien parecía que imploraban ayuda. Daban ganas de sujetárselos de alguna forma que pudiera caminar erguida. Con cuarenta y seis años más cerca del final, sólo el cabello seguía siendo el mismo. Increíblemente aún ni uno solo enblanquecía. Jamás se ha teñido y no lo hará tampoco. Las grandes ondas castañas que, dependiendo del sol, lucían más o menos rojizas, le habían dado siempre un sello muy personal. Se resfregaba el champú con fuerza. Pocas cosas le molestaban tanto como quedar con el pelo mal lavado, que hoy por hoy, venía siendo lo poco que le hacía sentirse a ratos bonita. La reciente menopausia había causado estragos en su percepción sobre si misma y su ánimo. En sus peores días no se soportaba y sólo entonces bebía una copa de vino tinto. Algo la dopaba. Lo suficiente para dormir unas horas sin culpa. Si fuera hombre me metería a un sucucho y bebería más de una copa y con menos culpa, resongaba para sí. Despertaba un poco atropellada, pero con esa extraña paz de haber hecho algo por la suya. Se pasaba la piedra pome por los talones queriendo de nuevo ser hombre. Ellos no tienen que usar tacos, son pachachos y punto. Trabaja como funcionaria en la municipalidad de Nuñoa hace veinticinco años. Un cuarto de siglo caminando a seis centímetros del suelo. Las venitas azules que explotan en várices eran las más afectadas. Qué remedio, no la despedirán hasta que jubile. Con la indemnización que le corresponde pagarían estampillas hasta el otro siglo. Y si fuera hombre le estarían pagando lo mismo que a Julián. Desgraciados, pensaba. Termina la ducha con un chorro de agua fría como para salir del ensueño de lo que no es y volver a ser. Se enrolla una toalla en el pelo y la otra en ella. Con cuidado un pie afuera y luego el otro. Quita el vapor del espejo con su mano derecha, con la izquierda afirma el camburucho en el pelo. Se mira resignada, pensando en el ritual que viene. Si fuera hombre ya estaría lista. Pero no es poh. Crema, corrector de ojeras, encrespador, rimel, pinzas, peineta, fijador, secador, rubor y delineador. No usa labial. Los labios ya no son tersos y destacarlos sería una torpeza. La pretensión de una mujer se la lleva la tumba o el marido. Y marido nunca hubo. Ya emperifollada y con la piel empezando a enfriarse, camina rápido a su habitación. Sobre la cama todo previamente alistado. Llegar y poner. Sostén gigante. Inevitablemente el broche queda a la altura de los omoplatos. Si fuera hombre no tendría que usar sostenes. No tendría senos. La envidia la consume un poco. Blusa, chaleco, falda, medias, tacos. La cartera con todo lo necesario e innecesario para ojalá no depender de nadie. La última mirada al espejo. Está todo en orden. Dentro de lo esperado, claro. Cerrar, apagar, cortar, desenchufar. Repasar; cerrar, apagar, cortar, desenchufar. En el momento que abre la puerta, lista o no, se asume al mundo, a su vida y al día que empieza. No hay espacio para dudar, mucho menos temer, y a estas alturas de su vida ¿temerla a qué? Los años los lleva encima, pero como una gran insignia de plumavit. No puede ocultarlos, pero aún goza de buena salud dentro de todo. Está en el punto en que la experiencia es terreno ganado sin pagar mucho por ello, aún. Mientras cierra la reja del antejardín de violetas y rayitos de sol, escucha el sigiloso andar de una bicicleta que se acerca hacia su vereda. Ayayay, qué tenga un lindo día, bonita. Sonríe sinceramente sorprendida. Años sin recibir un piropo. Recordó en el calor de sus mejillas que el bochorno no es sólo hipertensión. Caminó firme en sus tacones, y durante el resto de martes, no volvió a pensar en si fuera hombre.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Esto se parece un poco a la historia de mi mamá siempre me dice que ella le hubiese gustado ser hombre, ustedes las mujeres creen que la vida del hombre es fácil(?) ¡Gosh! se equivocan, la vida del hombre es súper complicada, por lo menos la mía :P afeitarse la barba es tan complicado como la depilación de una axila de una dama...(sonrío) En fin, si usted cree que mi mamá le hubiese gustado ser hombre para no haberme tenido a mí, está pensando cosas malas, porque para que usted sepa, yo soy el regalón de mi madre y es lo que siempre he pensado desde que me compro mi colección de autitos cuándo chico. ¿Pero esto a quien le importa? a mi po, son hueás que se necesitan contar para que uno se sienta bien. :P
Ya, más yuz(?)¡No! ahora que ya sabes que soy el regalón de mi madre y que ella sueña por ser hombre,me largo.
Muy entretenido tu cuento, me hubiese gustado que hubiese sido más largo, porque me había entretenido con él, pero bueno... :( ahh y lo otro, comento para que después no digas que no comento. ¬¬
Muy buenas tardes Señorita. :)

Sarah dijo...

Que lindo <3
En realidad, que harto más fácil es ser hombre... Yo aún no asumo todo el trabajo de ser mujer, creo que si fueran ramos ya me los hubiera echado Dx

Pero claro, ser mujer tiene más ventajas c:
Creo que en eso va todo, como hay más desafíos, tal vez es lo que hace la vida más interesante.
Ah y también, me han contado que los hombres despues de muchos años de consumir, como que rayan la papa en mala, asi secuelas brígidas ._.