jueves, 28 de enero de 2010

Mosqueando

En la mañana se paró sobre una tarta de frambuesa casera. La miraba con sus más de ocho mil ojos, y a através de todos se veía apetitosa. Caminó con sus seis patas por la masita, las frutas y el azúcar flor. Se saboreaba patudamente satisfecha mientras contaminaba la delicia sin culpa alguna. Cuando la descubrieron, la echaron a pañoletazos hacia la puerta. El banquete no era para ella. Nunca lo era. Ya en el patio, fue a dar a un mojón de perro sano, aún blando y calentito. Se quedó allí un buen rato. Luego voló hacia atrás, como sólo ellas pueden, y se estacionó dentro de una bolsa llena de papel higiénico usadísimo. No le hace asco a la caca, lo sabemos. Las mosquitas muertas son otras. En la tarde, aburrida del hedor o qué sé yo, entró por una ventana de cortinas celestes. De un sólo cojinazo del mismo color la aturdieron casi de inmediato. Convaleció durante una hora y media con un tsetseo tartamudo entre la ventana y la cortina. En la noche murió y nadie suspiró por ello. Tuvo una vida como la de cualquier humano, de esos que andan de pasada, sin esfuerzo ni razón de ser. Esos que andan puro mosqueando. Esos bien como la mierda.

2 comentarios:

Suelen 23 dijo...

Los que andan mosquiando, mm creo a verlos visto ma' de alguna vez...

besooos noee (:

Sarah dijo...

Sabes que últimamente también he pensado en semejanzas de personas con animales, ya sean osos pandas peludos o víboras venenosas.

Moscas adictos a la mierda también parece una buena comparación...