jueves, 21 de enero de 2010

Soneto I


Las tormentas le vienen y encima,
su barco retrocede a madera.
En medio del todo y nada grita,
le oigo no llamar a mi ladera.

Ciego de caos la sed abrasiva,
miente agua dulce hasta la vera.
No beba que la sal no es salida,
levante con fe la vista siquiera.

Detrás de esa loma hay un lago,
de aguas naranjas que ya conoce,
aquella vez que exclamó - Naufrago.

Aquí no temió muerte sino goce,
ahora triste bébame un trago,
le sabré más a vida que entonces.


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