lunes, 14 de junio de 2010

Y sé que los ojos se te nublan de puro ego


Después del temblor recuerdan haber notado el cielo, la luna o la temperatura cambiar. Si a todo el mundo le sucede, este error me hace sentir humana. Asistiendo a tu compañía de víveres y caramelos, me guardaba algunos en el bolsillo para este día en que ya no estás. Sin embargo sucede que vencieron hace un par de meses y los boto. Nunca volveré a pasar por lo mismo, porque aprendo. He aquí la razón por la que no debe extrañarte que no te extrangule por respuestas ni me mate por tus silencios. No me olvido de mucho y tengo mucho más que agradecerte, aunque al respecto estoy tranquila, siempre lo hice en su momento. Cierto es que hoy no entiendo qué sucedió, pero más cierto es que tampoco quiero hacerlo, digo, intentarlo, porque no hay motivos que avalen tu ausencia. Si alguna vez te falté, repróchame y juro que me callo en este misma línea. Sigo. No sé si sabías pero, la única traición que he perdonado en mi vida fue la tuya, hace tantos años, y que también ésta fue la razón por la que me permití en algún momento no serte tan leal (soy menos ingenua de lo que crees, pero no más inteligente, sólo justa). Ahora no puedo hacer otra cosa sino reprenderme por haber ido en contra de todo lo que siempre he pensado. Las personas no cambian, tarde o temprano vuelven. Así es, una vez más al indagar en el registro de presentimientos y guías olvidadas estaba escrito el futuro. Me conoces, me hago caso tarde. También pasé por alto aquélla ley del mundo agridulce que versa sobre la naturaleza lluviosa de las personas y la naturaleza no impermeable mía... ¿Y te habrás dado cuenta que toda omisión de principios fue concebida por fe para parirte amor? No sé tú, al menos yo cuando decía amarte hablaba en serio. Si fuiste capaz de olvidarme sin razón aparente, dudo todas tus palabras. Lo bueno es que los sentimientos caducan cuando no son correspondidos, así que no me aflijo, el tiempo hará lo suyo, como siempre. Me tendrás que entender; es profundamente imperdonable el haberme negado un vaso de agua cuando te grité por la ventana que venía del desierto. Simplemente fue inhumano y más aún que ni siquiera preguntaras qué mierda hacía yo en el desierto. No me queda más que desearte suerte y sólo suerte. Ojalá enrieles tu vida, por ti, y que siempre tengas gente que no sólo te lleve el amén y el vicio, aunque sospecho que esa fue la razón por la que se vencieron los caramelos para mí, pero no sé. Espero aprendas a olvidar a los que no te aman y a no olvidar a los que te aman. Por último, ojalá algún día seas la artista que se supone eres y que tus escritos no sean sólo cartas a un amor que no fue. Nunca vi nada más que lágrimas en tu taller y así no hay empresa que surja, y me refiero a tu vida. Un placer y un disgusto haberte conocido. Hazme sólo un favor: No contestes, de ninguna forma. No tendría sentido. Adiós.

No hay comentarios: