viernes, 24 de septiembre de 2010

Ad portas

Doce horas después doblo la misma esquina, de vuelta, nauseabunda. Ahora hay luna, nubes sobre la luna, un recuerdo se acomoda sobre las nubes de la luna, me recuerda que tengo una vida, oh, llegar y la rutina, hoy no tomaré café porque quiero dormir, pero no puedo, hay que seguir siendo la super mujer con ojeras que no tiene ambición real de nada, pero que sigue porque queda poco para empezar la vida que se supone que comienza. Sucede que cuando despierto sin tiempo de despertar, diría que se acaba. Me niego a crecer, no detengo la imaginación, la canción, el corazón o lo que sea que me invada de repente y me haga llegar tarde, perder tiempo o distraerme, lo siento profesor. La niñez una cucharada de azúcar, la juventud una primavera que te hizo alérgico. Y dirás que va en el espíritu y otros consuelos, pero cuando te das cuenta que hace días que no mirabas las nubes porque los asuntos flotan más cerca del suelo, ocupándote, para luego dejarte vacío y respirar árboles como si nunca antes y recordar que olvidaste como se ríen tus amigos. Hay días en que necesito dejar de avanzar hacia allá, y no es miedo a lo que viene, sino a no volver a tener tiempo de ser yo, de estar conmigo y con ustedes que quiero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Suele ocurrir.

Por suerte existe el termino y el éxito, adelante.