jueves, 28 de octubre de 2010


Escribiré para no olvidar que el otro día desperté y lo primero que sucedió fue que sentí un enorme deseo de ver sobre mi velador un pequeño acuario redondo con un pez dorado nadando. Pensé hasta en levantarme e ir a comprarlo y me emocionó mucho. Dos segundos después giré hacia el otro velador y vi mi planta muriendo, otra vez. Qué mierda, no sé cuidar nada. Entonces me entristecí un rato. Al siguiente día desperté coja sin ninguna explicación. Era el mismo dolor que hace seis años atrás. Las noches son intensas aquí, todos los días, pero de verdad que no recuerdo haber sido atropellada de nuevo. Ese día tuve que caminar muy lento y para peor, tuve que caminar mucho, pensé que al final no era tan malo. Por muchas cosas pendientes que habían, simplemente no podía ir más rápido. La vida va muy ocupada, igual que el corazón, contesté denante y no me hablaron más. Queridos, si me buscan, no me encontraran. O un día sí, muerta. El cuerpo no da, se enferma. Lo que jamás será excusa para hacerle quite a un porro. No confundir salud y lucidez. Lo que sí, ninguna es meta. Las metas aquí no están trazadas, sería colocar límites. Cada día que pasa pienso en que terminaré siendo lo que tenga que ser y me concentro en disciplinar un poco lo que se me ha dado, lo demás a la suerte. Otra cosa, adoro el pololeo que tengo con mis amigas y no diré más porque se merecen un escrito bonito, no esta vomitera a modo de diario porque es mucho lo que olvido. Oh, cómo olvido. Ayer tenía que hacer clase en la ayudantía. Parece tan responsable decirlo y sucede que llegué drogada, tarde por haber interrumpido mi almuerzo con un llanto extenso y sin los materiales para la clase. No voy a llegar a ni una parte, me va a ir muy mal en esta vida, le decía a la Sole mientras me daba cuenta que mi prioridad siempre es el alma y sus tormentas. Me cansa, como ahora, como la otra noche que tenía dos horas para dormir y ni cerrar los ojos pude, porque los ayeres y los mañanas y las preguntas y las respuestas. Espero algún día me deje algo más que ojeras el cavilar tanto. Y con algo más me refiero a una vida. Sino, a la calle, de vagabunda. Ando intrigada con sus vidas hace rato. Hace más rato que extraño a mi abuelo y no pude ir a verlo para su cumpleaños porque me había accidentado demasiado el pelo y asustaría a todos en casa una vez más. Quizás fue la primera vez que me molestó tanto ser tan Yo. Adoro a mi abuelo, se sabe y haga lo que haga, jamás nunca sea dudado. Oveja negra todo lo que quieran familia, pero que mi amor por él jamás nunca sea dudado. Quiero regalarle la película que vi el otro día. Él también lloraría con tanto amor al amor y a la música. Quiero tener paciencia también. Sigue siendo difícil, porque para eso, primero, hay que aprender a dejar asuntos en remojo y yo friegue que friegue con todo. Aparte, cada día más idiota, pero un poco más cordial. Una por otra. Voy en proceso vieja de mierda, a un mes de terminar el último semestre de mi carrera. Ese es otro tema. Ahora llueve y al fin llegó el sueño. Mejor atenderlo, antes que también lo olvide.

No hay comentarios: