lunes, 15 de febrero de 2010

Carta de un domingo que empezó como sábado y terminó como lunes.



Ojalá al recibo de este pedazo de concreto rayado estés viendo la luna en París. Yo veo murallas blancas y nada más. ¿La salvación? Este lápiz.

Querido:

Si el suicidio es la rutina, normal es que no eligiera la vida. Aclaro que nada de eso lo decido yo y desde aquí me disculpo otra vez. Y es que seamos lo que seamos en esta vida, seguro es, que seremos siempre tormentosas contradicciones. Mientras eso no lo olvides ni lo odies existiremos en algún lugar, mirando un pájaro o un racimo de uvas. Hagas lo que hagas, no intentes jamás ser normal, aunque te sientas esclavo ¿puedes prometérmelo? Yo intentaré creer en mí la mitad de lo que lo haces tú. Te estaré eternamente agradecida de haberme coronado con pétalos en llamas.


Desde el psiquiátrico, llegando de un velorio...



...Sabes mejor que yo quién soy.



2 comentarios:

Sarah dijo...

Es importante no olvidar, jamás caer en lo vulgar de lo normal...

Anónimo dijo...

La seduccion del delirio...