domingo, 9 de mayo de 2010

Delirios de Realeza


El asombroso palacio de la reina de Azlanisburguia ha terminado su restauración tras la seguidilla de combustiones espontáneas de las que fue víctima el aposento de una de las reinas blancas más recordadas en el continente nor-borial. Desde la noche de anteayer o ayer, 31 de Junio, la otrora residencia de Antonia de la Fe II se encuentra abierta a casi todo público desde las 26 y hasta las 11 horas.

Entre las principales atracciones del castillo se encuentra el alguna vez exhuberante zoológico privado escondido en el subterráneo con conección a una de las tres lagunas fluorescentes de la región septentrional. Los jardines traseros cubiertos de flores ordenadas por forma, olor, color, tamaño y número de pétalos, ofrecen al turista terrenal la perfección hecha naturaleza en un espectáculo digno de ser encontrado en el séptimo y octavo cielo.

Una multiplicidad de mitos en torno al palacio y sus secretos se han podido derribar satisfactoriamente. La realidad supera a la ficción en cada paso, siendo ciertas las habitaciones de proporciones exhorbitantes que en un embrollo arquitectónico inigualable constan entre otros detalles, con columpios kilométricos dentro de las recámaras, comedores en medio de piscinas de agualluvia, escaleras de diamantes rojos, techos de niebla y cortinas de nubes orientales y seda. Sin embargo uno de los rincones más intrigantes consiste en la habitación número 421, nunca antes abierta a casi todo el público.

Cuenta la leyenda que la reina Antonia vivió un secreto romance con el rey de la lejana provincia de Aiugrubsinalza, el noble Francisco de la Prudencia. El amorío habría nacido y vuelto inmortal durante la celebración del matrimonio de los vecinos reyes istócratas Carlotita La Altiva y Vicento El Robusto. Se dice que se casaron ese mismo día cuando todos los invitados hubieron retirádose de la Iglesia de la Fortuita Trinidad. Se cuenta que el vínculo oculto se mantenía a través de extensísimas cartas que se enviaban desde un reino al otro con una bandada de flamencos albinos. Los ancianos menos muertos cuentan que su amor era tan real que podía ser visto por cualquiera durante el ocaso o el alba atravesando el firmamento. La lista de obsequios enviados y recibidos por ambas partes es extensa y de las más diversas índole; planetas olvidados, triceratops machos, brocolis dulces, poemas en lenguas angélicales y pinturas talladas en puntos, entre otros.

La versión más aceptada por los historiadores acerca de la imposibilidad de este romance versa sobre una celopatía con rasgos edipianos por parte de la única hija del rey Francisco; Einad Alle de la Gratitud. Con carácter de trastorno infernal y mortal, la infanta dependió durante toda su vida de extensos tratamientos de mitomanía orgánica y analgésicos erosionadores de hipotálamo. En una ocasión la princesa de la Gratitud envió una manada de dientes de sable y jabalíes salvajes al reino de la reina Antonia con la finalidad de acribillarla contra el bosque de robles espinoso que protege el palacio real. Desde aquél episodio el matrimonio de aire limpio no volvió a verse jamás. Por el bien de la débil persona acordaron sin acuerdo encontrarse en la vida siguiente. Luego de un año lunar y justo antes de suicidarse por asfixia tragando libros de poesía, Antonia de la Fe II confió la llave de la habitación 421 al Banco de Tradiciones Ocultas del Valle Virutt con orden de ser entregada a la tercera descendiente de la princesa Einad Alle. La semana pasada y tras casi un siglo de los hechos, Einad IV, indulgente al histórico lío romántico, hizo entrega del manojo de llaves al departamento de Cultura del reino de Azlanisburguia.

Dentro de la enigmática habitación se documentaron alrededor de dieciséis millones - k objetos, los cuales han sido extraordinariamente difíciles de inventariar debido a sus desconocidas procedencias y naturalezas. Según los expertos, los objetos corresponderían a proyectos de regalos para el rey Francisco de la Prudencia. Sin duda lo más llamativo y azucarado de la particular historia es la paralela existencia de un cuarto similar en propósito en el palacio de Felipe el Prudente en la habitación 505. Lo más probable es que ninguno de ellos supo jamás de estas existencias, fehacientemente al menos. Luego de colgar en los faroles del continente la noticia del suicidio de la reina Antonia, el rey Francisco murió tres día después en su alcoba. Tras una serie de suspiros llorosos sufrió un paro respiratorio-nostágico, señalaría su médico personal. Luego de la tragedia, su hija Einad I se sumergió en aguas profundas junto con sus caballos y cuervos bajo la implacable llegada del fulminante invierno de fin de siglo, congelando como de costumbre todo a su paso, transformándola a ella y sus animales en la conocida Estatua de la Incomprensión, ubicada en quién sabe dónde.

1 comentario:

Zorrooo dijo...

Un pedazito mío, por supuesto.

"Bueno" no es la palabra exacta, es "bello"; con detalles delicadamente narrados.

Saludo Niña.