miércoles, 30 de marzo de 2011

Renúnciame


Aunque tuvieras de anís los labios, como parece,
y tu sexo fuera mi perfecto convexo
no podría perturbar las miradas del círculo
tan diminuto por donde pasea tranquilo
quien me ha amado y enaltecido quinientas veces.
No poseo anillos de fidelidad
pero sí brazaletes brillantes de lealtad.
Dispersa gata egipcia lo que quieras,
pero como un marino, por puerto,
y tu código postal ya lo conozco.
Lo siento, porque alcanzo a ver
que tu alma ni una culpa tiene ni quiere tener.









No hay comentarios: