Pasa el tren en la esquina de mi casa a las cuatro de la madrugada,
nunca he sabido a donde va ni qué transporta.
Pasan aviones también,
que no sé a donde llegan ni con cuanta gente dentro.
Pasa un flaco de ojos celestes por mi universidad
que no sé cómo se llama ni porqué me alegra su hola.
Son misterios tontos y adorables
que se quedarán como tales
a menos que
un día cualquiera, a cualquier hora,
el tren se descarrile hasta mi antejardín,
un avión se caiga sobre mi techo
o el flaco pregunte si puede sentarse a mi lado
(Lo último no me botaría la casa,
pero casi).
1 comentario:
jajajvjvjajaja
en vola se transforma en terremoto.
Publicar un comentario