domingo, 1 de agosto de 2010

Miedo al demasiado


Entró en silencio y directo a la cocina. Rescató una manzana y subió la escalera. Ya en su cuarto, vació sus bolsillos, y se tiró de espaldas en la cama hecha. Miró el techo y sonrío. Boca arriba mascaba la manzana, el jugo caía por sus muñecas, pero no importaba. Recordó la risa de ella, se secó rápido las manos en los pantalones, tomó el celular y la llamó. Buzón de voz, debe estar durmiendo y la imaginó rosada y bonita entre las sábanas que conoció recién anoche. Cerró los ojos y recordó un te amo, metió la nariz dentro de su polera, olía a ellos y decidió que no se bañaría hasta mañana. Siguió comiendo su manzana, estaba deliciosa y tenía tanta hambre, pero antes de la última mascada, la dejó sobre el velador. No debería estar tan sabrosa, no es temporada, desconfió. Se quedó mirando el techo largo rato ¿Por qué yo? Volvió a mirar la manzana, estaba comenzando a oxidarse. De improviso se sentó en la cama, tomó el celular y lo apagó. Se sacó la polera, la tiró al suelo y se fue a duchar.





2 comentarios:

Rodrigo dijo...

y asi con la experiencia personal

Noemí dijo...

Siempre se escribe desde la experiencia dice Fernanda Moraga.