Una noche soñé ambiciosa;
imaginé un encanto infinito,
una herida con dolor bonito,
y una tormenta no furiosa.
Con tal fuerza lo soñé que la ambición,
por discípula tan pura me instó,
a buscar en madrugadas, insistió,
que la noche es barata ilusión.
El sol a ciegos débiles calienta,
yo me quemé al hallar en el alba,
al encanto, herida y tormenta.
.
Y pasó que el hallazgo se tienta,
pero se escabulló con sabia calma,
hasta necesitar mi paz violenta.
María Antonieta Nadales.
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